pepas con recomendación médica divina

Saturday, December 31, 2005

Después de las 12

Tomados los vinos y comidas las uvas, quemaron a todos los vecinos.

Las viejas siempre viven un año más.

Monday, December 26, 2005

Aquella melodía...

Aquella melodía... la que se escucha en el supermercado, mientras se piensa en lo que quieres comprar, en esa sonrisa por generar, en que tienes todo para ti, con la levedad en el aire, la paz interior, el yoga caminante en cada pasillo; esa melodía que es interrumpida por segmentos por una androginísima voz anunciando susurrantes ofertas imperdibles, únicas para tu privilegiado oído, o acaso también llamando a alguien, como cuando la muerte llama a su víctima, sin que nadie más lo perciba, y todos sigan caminando, en paz.
Pues esa melodía provocativa que abre billeteras, tan SÍ, es la misma que se desliza hasta el fondo y enmarca todas las escenas sexuales de cualquier película erótica... y hasta el gemido más obsceno, con un pequeño soplido de esta melodía, se transforma en erotismo puro, en juego de niños. No hay pecado. Mereces el Cielo. Pues desde el primer roce del impredecible número de amantes, hasta el último fraseo de expiración del placer, la melodía invade todo el amiente. Comenzando por acomodarte bien, relajando músculos, no perdiendo la calma, prolongando el placer... desplazándose en todo el ambiente, alejando pudores, abriendo tabúes, soltando la lengua, apartando razones, y otorgando el deseado espíritu de explayación. Y nada más... sólo tú, sólo tú.
Acabada la escena sexual, la melodía desaparece, como dama del placer, ella se va. Aparecen entonces los ruidos y la aparente realidad. Pero aún queda el beat en la mente, la sonrisa de costado.
Pero la melodía regresa a paso lento luego, en algún comercial de hoteles, de viajes, de decoración (¿interna?), proyectándonos míticas situaciones, así como la mítica existencia de quien compone estas melodías, o tal vez es nuestra mente quien las compone, o quien La compone; porque tal vez es sólo una, pero por su forma descontinuada, arítmica, hasta casi insonora, nos deja un vacío: Rellenándolo con compras en el centro comercial, con placer y sudor en nuestras fantasías sexuales, o con tal vez una alucinación de viaje a donde sólo se oiga esa melodía.

Friday, December 09, 2005

Despegue del Ave

Estaba el cuarto descubierto de voces y las lámparas te alumbraban sólo a ti. Era como tu sombra, imperfecto, pero tuyo.
Fiel a ti, como se dice que son los perros; hasta que uno de ellos lanzó un ladrido con el que volaron palomas de nidos sin hijos por catedrales que persigné en tu virginidad que faltando aparecerte se evaporó la gota de rocío en la niebla que nos estábamos poniendo para salir a tomar algo que cogí en la vereda de madrugada, despertándola el amanecer desde la banca del parque... sola, yo con ella. Ella con todos.
Cuando no pudimos más con nuestra soledad mutua, yo con mis amigos y tú con tus cigarros, me fumé tu última cajetilla y me fui de la tierra para volar por un poco más de ti sin ti.