pepas con recomendación médica divina

Saturday, October 08, 2005

CasA

Ayer recordé la casa donde nos conocimos.Brillante hasta en sus rincones más oscuros.En uno de esos nos conocimos, ¿te acuerdas? Ocultándonos de nuestra imagen de niños ante los demás. Ojos nos vimos, diente por diente, mientras la familia entera estaba abajo. Creíste que nos descubrirían, pero más creíste en mí.
Te tapaba la boca con mis manos, puestas en tus rizos, ondulados, dando giros coquetos en cada intento por sentirlos más de cerca. Y si de cuando en vez caía uno en mis rodillas, tú lo mirabas con algo de nostalgia, y yo aprovechaba para ver los muchos que te quedaban, unidos. Como tu mano con mi mano, en esos momentos en que no dábamos para más y necesitábamos algo que haga silenciar nuestros suspiros. Ahí era cuando nuestros dedos, cruzados todos, hablaban por nosotros.
Hasta que nuestro pudor creciente con la edad los separaba cada encuentro más. Como si nos hubieran empezado a salir espinas de nuestro brotante a... fecto.

Nunca se dijo qué era lo que sentíamos, aún cuando me pasé horas buscando en el diccionario de la biblioteca, que un día se vino toda abajo. Entre olores de páginas nunca abiertas, y sonidos de los roces de tapas y contraportadas, viniste a ayudarme. Las palabras alrededor no tenían como explicar tanta emoción por vernos torpísimos, tratando de ordenarlo todo como antes. Pero sabiendo que nada sería como antes de tocar, y tocarnos.

Así fue como llegamos, libres de tareas y compañeros de clase, a las vacaciones, en las cuales, muy tímidos pero muy seguros de no retroceder, llegamos al techo de la casa. Sin techo, llano y vacío, donde algunas palomas hacen sus nidos, donde algunas estrellas se dejan ver relucientes, y donde el sol y la Luna se dejan ver y sentir sin paredes. Por eso es que decidí ir contigo al atardecer, para que Sol y Luna tuvieras a la vez.
Llegando a la puerta del patio, sonreíamos asustados, hasta que di el primer salto cruzando la puerta. Luego de eso, corrí, salté, te llamé.
Al ver tanta libertad sentiste un mareo, pero salieron mariposas de tu vientre y te elevaron hacia mí.
Jugamos minutos largos y frescos. Sin hablar, con nuestras propias reglas, que se extendieron más allá de los centímetros y metros, hasta muy entrada la noche.
Supimos de pronto que era hora de bajar. Que era hora que vayas a casa, porque tu vuelo salía en unas cuantas horas. Nos acercamos un poco a la puerta, me fijé en tus zapatos y vi tus pasadores desamarrados. Me agaché y los uní por ti. Les hice un nudo perfecto, como de moño de regalo. Brilló lleno de polvo. Como el de estrellas, dijiste.
Fue cuando me paré lentamente y cruzando todo espacio sideral, llegué a tus labios, para darte un beso con mis labios solos también. Con ojos cerrados, me sentí como en un tobogán, llegando a ti, tierra firme. Cuando los retiré, sonreíste. Sonreí. En los dibujos animados nunca fue tan divertido hacer lo que no se veía.
Bajamos las escaleras, pero con las miradas y los sentimientos, muy, muy arriba.

No nos arrepentimos, y cada vez que me acuerdo de la casa, me recuerdo a mí y a ti, siendo gigantes en nuestro mundo, el que yo construí para ti, y que aun no se derrumba a pesar q la casa la vendieron ayer.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home